martes, 20 de marzo de 2007

Padre en tus manos encomiendo mi espíritu

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Lucas 23:46 b

Grito de encargo, confianza, seguridad, satisfacción. Jesús, viendo que todo se había cumplido a la perfección, como estaba escrito, incluso en los elementos, como el sol (que se oscureció) y el velo del Templo (que se rasgó), exclama con gran ímpetu estas palabras; mismas que denotan:

· Una subordinación total hacia el Padre, hasta en ese momento. Sabía que de Él había venido; por lo tanto, sabía en Quien podía descansar. Siempre después de una obra cumbre, la Deidad reposa. Así como en la Creación, Dios descansó en el séptimo día, Jesús reposa su espíritu en el Padre después de completar su obra en la cruz. (Su Actitud)

· Correspondencia total del amor divino del Padre para con el Hijo, y del Hijo para con el Padre. Jesús años antes había escuchado del Padre: “Éste es mi Hijo amado”, sabía que el Padre le amaba, ahora pues, a Quien le ama, le encomienda su espíritu (¿quién nos arrebatará de Tu mano? Por otro lado, A quien ama a Jesús de entre los hombres, suele también enviarle su Espíritu, para que esté en él y tenga poder en Él. (Su Amor)

· Había cumplido la Gran Tarea, ahora le aguardaba el retorno al Padre; como obrero que no tiene de que arrepentirse, ¡no!, sino más bien, gozando la satisfacción de haber cumplido excelentemente, exclama con certeza y confianza, “te encomiendo mi espíritu”. (Su Obediencia)

· La certeza de que la encomienda era tan solo momentánea. El mismo Jesús había prometido que se levantaría de la muerte. Encomienda momentáneamente su espíritu al Padre, porque sabía que volvería con poder y gloria, para que “toda potestad le fuera dada, tanto en el cielo, como en la tierra” y El Padre “pusiera todas las cosas debajo de sus pies”. (Su Promesa)

· Declara eternidad en la frase; ya que expresa a plenitud que la muerte no termina con Él. Antes bien, tan sólo es el preámbulo de una victoria contundente sobre la muerte. Asegurando con esto, la resurrección a todos los que creen en su nombre. Dice: “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. (Su Trascendencia)

· Tiene una connotación de adoración: elevo hacia a Ti mi espíritu ¡OH, Padre!, para que en lo alto, te adore, pues Tu habitas en medio de la alabanza. El Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, en Tus manos encomiendo mi espíritu. Qué mejor adorador que el Hijo. (Su Adoración)

3 comentarios:

Pastorbrito dijo...

Muy interesante sermón, edificante, bendiciones para tí, hermano.

Pastorbrito dijo...

Muy interesante sermón, edificante, bendiciones para tí, hermano.

Unknown dijo...

Que maravillosa reflexión ..me deleiteee muchísimo en la Palabra de mi Dios lleno de AMOR..bendiciones mi hermano.