viernes, 18 de diciembre de 2009

EL REGRESO A CASA

EL REGRESO A CASA


Introducción.

Desde algunos meses atrás, en los que han abundado en mi vida cristiana los errores, los desencantos, las decepciones, el dolor espiritual, la tribulación que de pronto se nos ha sobrevenido, no solo a mí, sino también a mi familia; he tenido, en mi relación con Dios, una constante en mi mente: “pronto se terminará la angustia, pronto se enjugará el llanto de nuestros ojos, pronto veremos al Gran Rey”.
A raíz de esto, le he encontrado un nuevo enfoque a las Sagradas Escrituras: El regreso a casa.
Durante mucho tiempo se le ha conocido a la Biblia como la Palabra de Dios; como la vida que Dios requiere del hombre; como la Lámpara que guía el camino del hombre hacia Dios; como el Pan que devuelve la vida al hombre muerto en sus pecados; como la Voluntad de Dios escrita, etc. Todo esto es verdad; la Biblia es todo esto y más; pero aún tiene mucho más que decirnos; mucho más que mostrarnos.
En la Guerra de los siete días, los israelitas se volcaron a las Escrituras, y encontraron allí caminos muy viejos que les permitieron llegar justo a la retaguardia de los ejércitos contrarios y de esa manera ganarles una gran ventaja. Así para nosotros hoy la Biblia tiene mucho aun que enseñarnos, mucho que mostrarnos para ganarle terreno al enemigo y vencerlo; pero eso sí, la obligación constante requerida a todos nosotros en todos estos enfoques sería: desempolvarla, obedecerla, seguirla, aplicarla en la vida para que sea lo que tiene que ser en ti y en mi para que seamos salvo. Esa es la constante que todos deberíamos notar: Las Escrituras son las que dan testimonio de Jesucristo para que creamos en él y creyendo tengamos vida eterna. Y, siendo Jesucristo el Camino por el cual se va al Padre, y sólo mediante el creer en él, regresaremos a donde está el Padre: a casa.
Este enfoque (El regreso a casa) solo lo pueden observar aquellos que han creído en el Dios Creador; y creído en él como nuestro Hacedor, como Quien nos hizo del polvo de la tierra, los que creen que Dios nos hizo y no nosotros a nosotros mismos; y que cuando nos hizo nos puso en el jardín del Edén para salir a conversar con nosotros, para tener comunión con nosotros.
Este es un enfoque romántico, pero también dramático acerca de lo que la Biblia dice. Es un enfoque que al que lo reciba, entienda y aplique le va a hacer sentir la nostalgia de lo perdido, pero también la esperanza de lo alcanzable, pues siguiendo sus instrucciones, podemos comenzar el regreso a casa, de donde nunca debimos haber salido.

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Cita Bíblica: Génesis 2:8-15
“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”.
Continuará.

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